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Layane,

Xinguara, Brasil


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Layane, Xinguara, Brasil

Layane dejó de diseñar y coser vestidos como de costumbre y comenzó a coser mascarillas con sus retazos de tela.

La semana pasada, apenas corrió la noticia en Xinguara sobre los dos primeros casos locales de contagios de Covid-19, Layane dejó de diseñar y coser vestidos como de costumbre y comenzó a coser mascarillas con sus retazos de tela. El pequeño pueblo está en el interior de Brasil, junto a la Amazonía y, según Layane, de 26 años, no hay nada tan interesante que hacer allí. “Antes, a la gente realmente no le importaban las recomendaciones del gobierno, y mientras las escuelas, las
tiendas y las iglesias cerraban, muchos organizaban fiestas para socializar desde casa”, dice Layane.

Ahora que el miedo se ha extendido, Layane trabaja a contrarreloj y fabrica hasta 100 mascarillas diarias para abastecer a los vecinos de su pueblo. Utiliza todo tipo de telas, con todo tipo de diseños, y sus mascarillas son muy atractivas. Sin suficientes mascarillas industriales para todos, Layane aprovechó rápidamente la oportunidad de este nuevo negocio, y mientras estamos conectados en línea y la retrato en su taller, algunos vecinos nos interrumpen y entran a comprar sus mascarillas hechas a mano. 

Layane creció sin un padre, a quien nunca conoció. Fue criada por su madre y tiene tres hermanos. Trabaja desde casa la cual está al lado de la de su madre. Fue a un internado en Brasilia de los 12 a los 17 años. Al no tener suficiente dinero, no pudo ir a la universidad y terminó como empleada doméstica hasta que montó su propio negocio como costurera. Su sueño hubiera sido estudiar psicología, pero tuvo que elegir una opción más económica y ahora está haciendo una carrera en línea en literatura portuguesa e inglesa, en la comodidad de su hogar y durante los descansos entre la costura.

Es una solitaria, y los libros son su mejor compañía. Tiene una moto y pocos amigos, “más calidad que cantidad”, según ella. Ella va a comer todos los días con su madre y sus hermanos, luego regresa a casa para escuchar música mientras cose un nuevo juego de mascarillas.

Mientras la sombra del Covid-19 se cierne sobre su ciudad, ¡los vestidos bonitos tendrán que esperar!